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jueves, 18 de mayo de 2017

Empresa británica está creando Matrix en la vida real

Muchas obras de ciencia ficción, así como algunos de los mejores tecnólogos y futurólogos predicen que en el futuro habrá superordenadores que podrán generar enormes cantidades de datos. Supongamos por un momento que estas predicciones son correctas. Entonces estos superordenadores serian capaces de hacer simulaciones detalladas de tus antepasados ​​o de familiares que ya no están entre nosotros. Debido a que los ordenadores serían realmente poderosos, podrían generar un gran número de simulaciones. Estamos hablando de programas informáticos con personas conscientes simuladas.
Entonces podría ser el caso de que la gran mayoría de las mentes como las nuestras no pertenezcan a la raza original, sino más bien gente simulada por los descendientes de una raza avanzada original. Si este fuera el caso, sería racional pensar que es probable que nuestras mentes sean simuladas más que seres biológicos. Por lo tanto, si no creemos que estemos actualmente viviendo en una simulación por ordenador, es probable que nuestros descendientes sean capaces de crear simulaciones de sus antepasados. Esa es la idea básica.
Y como siempre la realidad supera a la ficción. La empresa inglesa “Improbable” está desarrollando un software para construir enormes mundos virtuales. Van a servir para todo, desde juegos a espacios de trabajo compartidos, y hasta ciudades simuladas con toda su infraestructura.

Comienza The Matrix
La empresa con sede en Londres tiene la esperanza de convertir el mundo en una simulación, o, mejor dicho, hacer “The Matrix” una realidad. “Improbable” ha desarrollado un sistema para construir enormes mundos virtuales, y ha revelado que tiene una nueva inversión para impulsar su software inteligente.
Ya se está trabajando con ciudades de todo el mundo para crear simulaciones complejas de regiones enteras para ayudar a los creadores, y su software puede ser utilizado para todo, desde juegos a la creación de nuevos mundos donde los seres humanos pueden vivir con el uso de auriculares, según la información aportada por el periódico británico Daily Mail.
“Nuestra visión es crear enormes mundos virtuales”, dijo Herman Narula, CEO de Improbable. “Básicamente, queremos construir The Matrix.”

La compañía, que también tiene una delegación en San Francisco, ha revelado que ya tiene recaudado 502 millones de dólares en fondos gestionado por la empresa japonesa de telecomunicaciones e Internet, SoftBank, además de otros inversores como Andreessen Horowitz y Horizons Ventures.
“Creemos que la próxima fase importante en la informática será la aparición de mundos virtuales a gran escala que enriquezcan la experiencia humana y que cambien la forma en que entendemos el mundo real”, continuó explicando Narula.
El primer producto de Improbable es SpatialOS, descrito como un sistema operativo distribuido para enormes simulaciones a gran escala. La tecnología permite la creación de super simulaciones llamados “mundos virtuales”, a un nivel informático nunca visto antes, y al mismo tiempo capaz de soportar más usuarios conectados simultáneamente. La firma también está usando el mundo real para la simulación.
“Ya estamos trabajando en proyectos con empresas de telecomunicaciones, gobiernos y otras empresas para explorar todas las posibilidades, simulaciones detalladas para tomar mejores decisiones a partir de datos del mundo real y esperamos a hablar más sobre esto en el futuro”, concluyó Narula.
Las potenciales aplicaciones incluyen la simulación de la infraestructura de transporte, redes de telecomunicaciones o el comportamiento de las flotas de vehículos autónomos. Los desarrolladores ya están utilizando SpatialOS para construir una gama de diferentes tipos de juegos que aprovechan su capacidad para gestionar a escala mayor, el número de jugadores en un mundo virtual sin fisuras.
Solina Chau, el fundador de Horizons Ventures en Hong Kong, dijo que llevan apoyando a Improbable desde el principio e incluso así siguen viendo un enorme potencial en la aplicación de su tecnología, tanto para resolver problemas del mundo real como para cambiar el futuro de la industria de los videojuegos.
Dicho esto, parece ser que nos estamos acercando peligrosamente al día en que los seres humanos vivían una vida simulada, con la posibilidad de subir sus mentes a la “nube”, viviendo sus vidas en dicha realidad virtual. Pero lo importante es el siguiente dilema:
“Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no hay vuelta atrás. Toma la píldora azul: el cuento termina, despiertas en tu cama y creerás lo que quieras creer. Toma la píldora roja: permaneces en el país de las maravillas y te mostraré qué tan profundo llega el agujero del conejo. Recuerda, todo lo que estoy ofreciendo es la verdad, nada más.”



Fuente: http://www.mundoesotericoparanormal.com/empresa-britanica-esta-creando-matrix-vida-real/

El Misterio Estelar: Capitulo 5










CAPITULO 5 : AMON-RA

El almuerzo en la cafetería del hotel estaba siendo de lo más ameno. Estuvieron charlando de todo un poco, y decidieron ir a conocer algo de la ciudad, ya que solamente Dalmaut la había visitado antes.
 Salieron los cinco a la calle, y estuvieron visitando lo más importante de Parí,s por lo que acabaron un poco cansados de tanto andar. Más tarde, entraron en un restaurante español, y pidieron paella y tortilla de patata. Alejandro y Claudia comentaban tras acabar la comida, que no tenía ni comparación con esa misma comida en España.
 El resto de la tarde lo aprovecharon para seguir visitando la ciudad, y comprar unas cosillas que les gustaron.
 En esos momentos, no muy lejos de allí, llegaban al  aeropuerto de París los dos sicarios de la Hermandad, y tras acceder a la zona de salidas, un hombre alto y uniformado los esperaba para llevarlos a un piso donde serían alojados.
Estaba ya a punto de anochecer, cuando el grupo llegaba de nuevo al hotel. Primero fueron a por algo de beber y de comer, para más tarde juntarse todos en una habitación, con la intención de preparar el plan para conseguir la inscripción de la vasija del Museo.
En el tiempo que habían estado visitando París, Dalmaut  había comprado en una tienda, un ordenador portátil, para seguir con las investigaciones, y poder hacer reservas en hoteles y museos por vía online.
 Una vez desembalado, lo conecto, y gracias a que el Hotel poseía una conexión de wifi, pudo empezar a navegar por Internet.  Lo primero que busco, fue información sobre la sala donde se exponía la vasija, y he ahí su sorpresa, que se encontró con que debido a una remodelación del museo, se había agrandado la exposición ocupando 30 salas, a lo que Dalmaut, con una  sonrisa grotesca les dijo al resto que se iban a empapar de ver cultura egipcia.
 Dalmaut imagino que la vasija, se encontraría en la sala número 15, ya que en esa sala se exhibían los restos encontrados en excavaciones con la leyenda escrita de Dios de Dioses, que así era como se denominaba a Amón-Ra. Después hizo cinco reservas para visitar el museo  a la mañana siguiente.
Tras realizar esto, todos empezaron a hablar de cómo debería ser el plan para conseguir la secuencia de símbolos.  Hubo planes de todo tipo, incluso Dalmaut, recordó su anécdota con Robert, y llegó a insinuar, pero siempre en bromas, robar la vasija, a los que todos se negaron, ya que no debían de  quebrantar la ley aparte del consiguiente riesgo de buscarse serios problemas.  
Daniel y Jack se miraron y se empezaron a reír ya que ellos alguna vez habían conocido gente que había  utilizado ese método.
Fue entonces, cuando Claudia habló de un plan que se la había ocurrido, y todos parecieron ponerse de acuerdo.
Era un plan de lo más simple, siempre que funcionara según lo que ella había pensado y siempre que los sistemas de seguridad fueran eficaces.  Participarían todos, pero sobre todo dos serían los más activos en su participación, y los otros tres harían bulto y estaría pendientes ante posibles complicaciones.  El plan consistiría  en que cuando hubieran pasado ya por delante de la vasija, cuatro estarían en la parte delantera del grupo y uno se quedaría detrás. Según estuvieran ya a punto de salir de allí, uno del grupo simularía  un desmayo, y si todo salía como pensaba Claudia, la gente haría un corrillo y se produciría un poco de tumulto y , que dejarían tiempo suficiente para que el que se había quedado atrás del todo, pudiera girar la vasija y apuntar los símbolos. Sí todo seguía el curso esperado, conseguirían los símbolos de la forma más fácil posible.
Alejandro, rápidamente,  se ofreció a fingir el desmayo, ya que según explicó a todos, lo había hecho más de una vez, cuando querían bromear él y sus amigos a la gente que paseaba por la calle.  Jack por su parte, dijo que él podría ir el último y así copiar los símbolos. En ese momento, Dalmaut opino, que sería mejor que el encargado de esa tarea fueran Daniel, ya que él era el experto en simbología y le sería más fácil y más rápido poder copiar los símbolos de la vasija. El resto del grupo coincidió con la idea, cosa que a Jack  no le hizo mucha gracia, pero él también acepto este hecho, debido a que era la opinión de la mayoría del  grupo.
Una vez ultimado todos los detalles del plan, continuaron hablando de otra serie de cosas, con la intención de amenizar la velada.
Al poco rato, Claudia se despidió de todos, y se dispuso a marcharse a su habitación, ya que el día había estado lleno de emociones fuertes, y el cansancio se había apoderado de forma muy elevada de ella. Daniel y Jack, decidieron también seguir el mismo plan de Claudia, y se encaminaron en dirección a su habitación. Dalmaut y Alejandro continuaron un rato más hablando, pero el cansancio se había apoderado de todos, y tampoco tardaron mucho en irse a descansar e intentar dormir algo.
Minutos después, en otra habitación del hotel, Jack, tumbado en la cama, intentaba contener su rabia acumulada durante la reunión con el resto. Se había ofrecido a copiar los símbolos, con doble intención, ya que su verdadero propósito no era el de ayudar, sino que su verdadera intención era la de copiar mal los símbolos, y así, si fuera una pista real, no dar pie a poder descubrir más pistas sobre el secreto de la hermandad. Incluso hubiese sido capaz hasta de romper la vasija, con el único fin de servir a su Maestre.
Pero aunque tuviera un fuerte temperamento, Jack sabía que debía acatar las decisiones de los demás, ya que si no podría ser descubierto, y lo último que buscaba era poner en riesgo la misión que se le había encomendado. Lo mejor sería, seguir pendiente de todos los nuevos descubrimientos, y así ir informando en todo momento al Maestre.
Tras un rato más de reflexión, y una vez tranquilizado, Jack, consiguió quedarse dormido, y así pudo descansar y estar despejado para el día siguiente, ya que tendría que estar con los ojos bien abiertos, para no perder detalle de nada.

PARIS - 07:30 Horas:
Amanecía un nuevo día, en la expedición del grupo de soñadores. La mañana parecía soleada, y la temperatura, aunque fría, debido a las horas que eran, prometía que iba a ser buena.
Cada uno desayuno en su habitación, y tras asearse y arreglarse, fueron saliendo de sus habitaciones con dirección al hall, ya que allí habían quedado todos.
 Los primeros en llegar fueron Alejandro y Dalmaut, donde un poco más tarde se les unió Claudia y finalmente Jack y Daniel.  Una vez ya todos juntos, hablaron un poco de cómo habían pasado la noche en lo que esperaban el taxi, que les llevaría al Museo del Louvre. Minutos más tarde el recepcionista del hotel les informaba, que su taxi ya les esperaba en la puerta.
El viaje no duró mucho, ya que el museo no se encontraba muy lejos de allí.  Una vez llegados a su destino, Dalmaut se dirigió a las taquillas, para recoger las entradas que la noche anterior había reservado.
 La primera visita no empezaría hasta media hora después, por lo que se pusieron a guardar cola con la intención de entrar en el primer grupo de visitas.  Pasados 10 minutos las puertas se abrieron, y la poca cola que aguardaba en la entrada fue avanzando.  Cada grupo constaba de 30 personas, y consiguieron entrar en el primero de ellos.  Allí dentro tuvieron que esperar otro ratillo, el cual dedicaron para ir mirando planos en imágenes de las galerías del Museo.
Poco después una azafata llamaba la atención de todos los presentes, con la intención de agruparlos y poder comenzar con las presentaciones. Se trataba de una mujer muy alta, de tipo delgado, morena y bastante atractiva. Se comenzó a presentar en francés, para seguidamente hacerlo en inglés y en español. Su nombre era Juliette Bragh y sería la encargada de guiarles, en esta visita por la increíble civilización Egipcia.
 Todos los comentarios y explicaciones los haría en los tres idiomas en los que había saludado a los presentes, por lo que Alejandro y Claudia parecieron respirar tranquilos, ya que su inglés y su francés no eran muy fluidos que dijéramos. De hecho Claudia dominaba un poco el inglés, pero lo que es Alejandro nada de nada.
 La visita constaría de dos partes, las cuales Juliette comenzó a explicar a todos los asistentes.  La primera parte se basaría en el antiguo Egipto y sus descubrimientos más carismáticos.  La segunda trataría de la mezcla entre Egipto, lo pagano y la heterodoxia.
Una vez que comenzó la visita, todos intentaron ponerse lo más adelante posible, mientras que Daniel, se fue quedando atrás hasta llegar a ser el último de todo el grupo.  
La primera parte de la exposición resultó ser de lo más entretenida para todos, ya que fueron muchas las reliquias que pudieron observar. Desde objetos descubiertos de las dinastías faraónicas, hasta objetos personales de faraones como, Tutankamón, Ramsés II,y Seti I entre otros.
También pudieron apreciar antiguos manuscritos de sacerdotes como, Imhottep, Amenofis y Teti.
Pero sin duda alguna, la segunda parte era la que más expectación levantaba. Muchas eran las personas que se fascinaban al escuchar juntas las palabras Egipto y heterodoxia. Antes de empezar la segunda parte de la visita, hicieron un descanso de 10 minutos, que aprovecharon para tomar algo en la cafetería del Museo. Daniel siguiendo con el plan establecido, se quedó al margen del resto del grupo, como si no los conociera.
Juliette entro en cafetería, y pidió a toda la gente que por favor, fueran acercándose al hall para comenzar con la segunda parte de la visita.
Comenzaron accediendo a una sala que estaba dedicada íntegramente al gran faraón pagano Akenatón, llena de objetos, escritos y leyendas suyas. Más tarde pudieron contemplar más objetos, y más simbología pagana. De pronto entraron en una sala, que según Juliette, era la de más riqueza de todo el Museo.  Allí se encontraban varios tesoros de mucha antigüedad, y entre ellos un pequeño objeto en forma de vasija.  Esa pieza era la más cotizada para los aventureros, ya que sus símbolos ocultos podrían dar alguna nueva pista que les ayudará.
Todo el grupo se entretuvo en ver todo lo expuesto en esa sala, sin prestar casi nadie interés por la vasija, ya que era de los objetos menos llamativo de la sala.
Daniel observaba todo un poco alejado del resto, esperando a que Alejandro comenzara con su farsa.  Estuvieron algo más de en 5 minutos, contemplando toda la sala, y en el momento en el que la guía empezó a prepararles para pasar a la siguiente sala, Alejandro se giró guiñando el ojo a Daniel.  Esa era la señal de que el plan iba a comenzar.
Comenzaron a salir de la sala, cuando de pronto Alejandro, empezó a quejarse del pecho, y cayó desplomado al suelo, ante la incrédula mirada de los asistentes allí presentes.  Según habían planeado, todo el mundo enseguida se apresuró a rodear a Alejandro, e intentar ayudarlo, sin saber que en realidad, todo estaba siendo parte de un plan de distracción. Fue justo en ese instante cuando Daniel, aprovecho para acercarse a la vasija, sin darse cuenta de que una de las cámaras de vigilancia, lo estaba apuntando en ese instante.  Giro la vasija y ante el, aparecieron los símbolos que Robert le había contado.
Con mucha rapidez comenzó a copiarlos en su mano, y justo en el momento que iba a copiar el último, unas manos se apoyaron es sus hombros, y escuchó decir algo en francés.  Tres vigilantes del Museo se encontraban junto a él, con cara de pocos amigos y tras volverle a decir algo en francés, le hicieron señas para que lo siguiera.
En ese momento Jack miró hacia Daniel, y al verlo con los tres vigilantes, echó a correr y se lanzó sobre ellos.  Jack noqueó rápidamente a uno de los vigilantes, enfrentándose seguidamente con otro de ellos. Ni el otro vigilante ni Daniel pudieron separar a Jack, que se había vuelto loco, con una agresividad nunca antes vista por el propio Daniel. Solamente la llegada de otros cuatro vigilantes más, consiguieron reducir la rabia de Jack.  Le pusieron una especie de esposas, y lo condujeron hacia las oficinas del museo, con la intención de llamar a la policía francesa para que se ocuparan de él.
Dos de los vigilantes se quedaron esperando al servicio médico, ya que les habían avisado para que atendieran a sus compañeros heridos. Por su parte el revuelo que se había creado con el desmayo de Alejandro, había quedado en un segundo plano. De hecho el propio Alejandro, en cuanto había oído el bullicio, se había apresurado a levantarse.  Los servicios médicos una vez atendidos los vigilantes, se acercaron a Alejandro, para intentarlo ayudar, a lo que éste, le siguió la corriente, para no delatarse.
Mientras tanto, en otra zona del museo, los vigilantes llegaban a las oficinas e introducían a Jack en una sala con poca luz. Cerraron la puerta y lo dejaron a él solo en esa habitación. Jack empezó a mirar para todos los lados, con la intención de poder encontrar una salida de ese habitáculo.
Pero esa idea fue en vano, ya que solo tenía una salida y esa estaba cerrada con llave. Ya solo podía pensar en que debido a su agresividad, podía haber estropeado los planes del grupo. Tan solo le alegraba que al menos Daniel, había conseguido salvarse de tener que acompañar a los miembros de seguridad.  Pero esa idea se vino pronto abajo, ya que la puerta se abrió de nuevo y otro vigilante le indicaba a Daniel que entrara en la habitación donde esperaba Jack.
Mientras tanto, en la otra punta del museo, el resto del equipo llegaban al fin de su visita, y se disponían a salir del museo, con dirección a la calle.  Una hora más tarde, y después de hablar entre ellos, Dalmaut, Alejandro y Claudia decidieron volver al hotel, y esperar allí las noticias, o incluso la llegada, de Daniel y Jack.
Dentro del museo, Jack no hacía más que pedir perdón a Daniel por su comportamiento, y por haber puesto en peligro el plan. Aun así Daniel le comento a Jack, que gracias a su intervención, había podido terminar de copiar todos los símbolos de la vasija. Justo, en ese momento, la puerta se abrió y dos vigilantes indicaban a Daniel que los acompañará. Tras unos minutos de interrogatorio, y debido a que no había pasado nada lo dejaron irse.
Jack era todo un manojo de nervios, ya que hacía más de hora y media que se habían llevado a Daniel de la sala, y no había vuelto a saber nada más ni de él ni de los vigilantes. Un ratito después, la puerta se volvió a abrir por fin y nuevamente, los mismos vigilantes que antes se habían llevado a Daniel, le hacían señas para que los siguiera.  Tras un largo y oscuro pasillo, llegaron hasta un cuarto donde solo había una puerta.  Una vez allí, los dos vigilantes abrieron esa puerta y le hicieron nuevamente señas para que pasara dentro.
Mientras tanto, no muy lejos de allí, Daniel llegaba al hotel, y tras entrar en la habitación y explicarle al resto lo ocurrido, empezó a crear la secuencia de símbolos que había conseguido copiar, de la vasija del Museo.  El trabajo para descubrir el significado de los símbolos sería duro y complicado, aunque Daniel debido a los programas que Dalmaut había instalado en el ordenador, confiaba en lograrlo.  Era una frecuencia de símbolos nunca vista por ninguno de los presentes, y aunque era muy parecida a la egipcia, tenía algunas diferencias.  Era como una especie de mezcla de escritura egipcia y Maya.  Tras un rato de intentar averiguar algo, el ordenador gracias a uno de los programas diseñados por Dalmaut, empezaba a descifrar los símbolos.  Si todo seguía su curso, en unos 20 minutos se sabría el significado, de los símbolos de la vasija.
Mientras tanto en el Museo, Jack permanencia en este nueva sala, esperando el desenlace de su captura.  La puerta comenzó a abrirse, y entró en la sala una mujer cuya cara le era conocida. Se trataba de Juliette, la guía de la visita del museo, que tras sentarse enfrente de él, les comento a los vigilantes que se podían marchar.  El silencio se apoderó de la estancia, hasta que Juliette se levantó, y acercándose a Jack, le comentó que estuviera tranquilo, ya que en muy poco tiempo podría seguir adelante con la causa.
Jack se quedó atónito, ya que no esperaba esa reacción por parte de la mujer. Mientras, ella marcaba un número en su móvil, y tras dialogar unas palabras en francés, le paso el teléfono a Jack.  Al ponerse el teléfono en la oreja, una sonrisa salió de la cara de Jack, ya que una voz muy familiar le pedía que tuviera calma. Se trataba del Maestre O'Donnell, que tras explicarle que Juliette era otra hermana de la causa, le ofrecería toda la ayuda que necesitara. Tras terminar la conversación con el maestre, la misma Juliette ordenó a los agentes que dejaran libre a Jack, ya que todo se había aclarado y tan solo quedaría en un pequeño altercado.
En otra parte de la ciudad, no muy lejos del museo, en una habitación de hotel, el resto del grupo seguía intentando descifrar, alguna pista lógica, sobre la secuencia de símbolos de la vasija.  Lo que en un principio había parecido cosa hecha, se había complicado.  Tras más de una hora sin resultados, unos golpes en la puerta sorprendían a todos.
Al abrir las puertas comprobaron  con alegría, que el que llamaba era Jack.  Jack pidió perdón a todos, y les conto todo lo que había sucedido en el museo, pero a su manera.  Tras las explicaciones de lo sucedido en las dependencias del museo, Alejandro y Claudia se miraron con gesto contrariado.  Algo no encajaba en esas explicaciones, un altercado como el que había protagonizado Jack, en un museo tan importante, no podía quedar en un simple tirón de orejas.  De todas formas tuvieron que olvidarse del tema, ya que el ordenador por fin parecía dar una pista.
Unos símbolos, prácticamente idénticos, se hallaban en unos papiros pertenecientes a uno de los más conflictivos arqueólogos. Se trataba de un canadiense llamado, Paul Salvatore, y los estudios de esos papiros, por parte de Paul,  relacionaban los símbolos con un artefacto que podría crear realidades alternativas.
Daniel, veía similitudes entre lo que contaba Dalmaut de este hombre, con él, ya que ambos eran defensores de teorías conflictivas.
Al ser la única pista de la que disponían, decidieron buscar más información acerca de Paul. Tras un largo tiempo de búsqueda no consiguieron nada, a lo que Dalmaut, mirándoles con una pícara sonrisa, les pidió que no buscaran más. Cogió su teléfono, y tras llamar a un número que tenía en su agenda, todos los allí presentes se quedaron sorprendidos, al ver como Dalmaut, preguntaba a su interlocutor por Paul Salvatore.
Estuvieron hablando mas de media hora, siempre en una buena armonía, y al colgar el teléfono, todos se quedaron mirando a Dalmaut esperando explicaciones. El al verlos de esta manera, volvió a sonreír, y se dispuso a salir a la pequeña terracilla del hotel con la intención de fumarse un cigarrillo, dejando a todo el grupo con la intriga.
Tras unos minutos, Dalmaut acabo su cigarrillo y al entrar de nuevo a la habitación, les dijo a todos que era hora de irse a descansar, ya que el día había sido muy duro y cargado de fuertes emociones. Al día siguiente les daría todas las explicaciones de su conversación, y seguirían preparando su búsqueda.
Antes de marcharse a sus habitaciones, a descansar, Claudia y Alejandro se quedaron un rato hablando un poco sobre las explicaciones de Jack, y su altercado en el museo. Los dos llegaban a la misma conclusión, de que era muy ilógico todo lo que había contado, y aparte empezaban a desconfiar de Jack. Había algo en ese hombre, que no les convencía a ninguno de los dos, y la intuición era igual en ambos. De todas maneras, no quisieron levantar sospechas, y los dos jóvenes decidieron irse a descansar.
Transcurridas un par de horas, casi todos dormían ya plácidamente, aunque Jack, no conseguía conciliar el sueño. Su estado de nerviosismo era muy alto, ya que aunque estuviera cumpliendo la orden, que su hermandad le había encomendado, estaba traicionando a un grupo de personas buenas que lo único que querían era buscar explicación a sus problemas.
Jack sabía perfectamente, que el Maestre haría todo lo que estuviera en su mano, para mantener el secreto de Amon-Ra a salvo, y el grupo comenzaba a encontrar pistas, por lo que empezaban, sin ellos saberlo, a correr peligro.
Una lucha interna, se empezaba a apoderar en el interior de Jack, ya que por una parte, era consciente de que debía de informar acerca del resultado de las investigaciones, acerca de los símbolos, pero también sabia perfectamente, que haciéndolo, ponía en peligro al resto del grupo.
Finalmente, y después de dar muchas vueltas a todo, Jack, consiguió quedarse dormido.

lunes, 17 de abril de 2017

El Misterio Estelar: Capitulo 4





CAPITULO 4: EL AMULETO.

“Toc toc”
La puerta de la habitación sonaba, ya que alguien te llamaba. Al abrir un camarero con un carro con comida les metía un menú para 3 personas, y después de colocarle la mesa les servía en los platos.
 Tras recibir una propina por parte de Dalmaut, el camarero abandonó la habitación y les dejo a los tres todo preparado para empezar a comer.
 Durante la comida, estuvieron intentándose conocer un poco más.
 Dalmaut era una persona que gracias a herencias, y a sus trabajos, poseía una valiosa cantidad de dinero, y al no tener familia ni nadie con quien compartirlo, lo utilizaba en investigaciones y expediciones arqueológicas.
 Los sueños y el medallón de Alejandro, le habían convencido bastante para unirse al grupo, aunque lo que más le decidió a ello fue el saber, que el célebre profesor Daniel Mullrray  era uno de los integrantes de este grupo.
Dalmaut admiraba a Daniel y sus teorías acerca de las pirámides y su construcción.
La comida se celebró en todo momento en una gran armonía, y después de ella siguieron hablando de toda clase de temas.
Alejandro miro el reloj y vio que se acercaba la hora de la llegada de Daniel, por lo que después de decirles al resto que iba a buscarle, se levantó y se encaminó hacia la puerta camino de la calle.
Por su parte, Claudia, decidió quedarse junto a Dalmaut, para que no se sintiera extraño, y así aprovechar para descubrir algo más de las expediciones que este había realizado años atrás.
Habían pasado unos veinte minutos, cuando Alejandro llegaba a la estación de autobuses, y en esos instantes, a muchos kilómetros de allí, dos personajes siniestros, embarcaban en un avión que les conduciría, en unas pocas horas, hasta España.
Los sicarios de la hermandad, habían decidido no dar ningún margen de confianza a Jack, y tratar ellos el asunto, desde el primer momento.
Lo primero que harían, seria localizar al grupo, y vigilar discretamente todos sus movimientos. Si por algún casual, descubrieran algo acerca del secreto que custodia la hermandad, pasarían a la acción, eliminando de forma inminente, a todo aquel que considerasen un peligro.
Quince minutos después de llegar a la estación, la megafonía anunciaba la llegada del autocar con destino de Madrid. En cuanto entro por la estación, Alejandro pudo ver a Daniel al lado de la ventanilla, en una de las primeras filas del vehículo.
Nada más bajarse del autocar, Daniel y Alejandro se abrazaron y se dispusieron a recoger el equipaje. Daniel le presento a Jack, y le explico quién era, y que se había ofrecido a ayudar, debido a que a el también le apasionaban esos temas.
Una vez recogido el equipaje de ambos, los tres se encaminaron en dirección al coche de Alejandro, para en breve unirse al resto de sus compañeros. Claudia y Dalmaut esperaban.
Alejandro y Daniel fueron hablando durante todo el camino, acerca de los nuevos hallazgos, y de la sorpresa que se habían llevado con Dalmaut.  Jack por su parte fue, todo el camino mirando por la ventana, sin decir ni una sola palabra. Parecía estar más interesado en ir viendo parte de la ciudad, que en la conversación que los otros dos mantenían. Aunque lo cierto era, que iba prestando atención a todo lo que hablaba Daniel y Alejandro. Alejandro de vez en cuando miraba a Jack por el retrovisor, y algo dentro de él le hacía sentir un mal presentimiento acerca de su participación. Tras un rato de camino llegaban al parking del hotel, y después de bajar del coche se dirigieron los tres a la habitación de Dalmaut.
Una vez ya en la habitación, y después de las presentaciones, el buen ambiente reinaba entre todos. Por una parte Daniel y Dalmaut, dialogaban  sobre sus cosas y en otro punto de la estancia, Claudia les contaba lo que Dalmaut les había enseñado a Alejandro y a Jack. Tras un buen rato de charla, Dalmaut llamo a Alejandro, para en compañía de Daniel, hablarle un poco más acerca de la Hermandad. Dalmaut era de la opinión de que tras esa secta, se hallaban varias muertes misteriosas ocurridas en las excavaciones de Abydos.  Incluso el mismo temió por su vida, cuando encontró la cámara con los dibujos parecidos al collar.
Mientras los tres seguían hablando, Claudia intentaba en vano, dar conversación a Jack, pero este parecía más interesado en lo que hablaban los otros, que en lo que le estaba contando Claudia. Después de un largo rato hablando, Alejandro comento a Daniel y a Jack que podían ir a su casa para que dejaran el equipaje, y si querían se dieran una ducha y se cambiarán de ropas.
Dalmaut y Claudia empezaría a buscar algo nuevo, en el potente ordenador de este, mientras Jack volvía a ponerse nervioso, y aunque él quería ver qué buscaban en el ordenador, se dio cuenta de que debía de irse con Alejandro y Daniel para no levantar sospechas.
Hecho esto los tres se fueron a casa de Alejandro, y en el momento que hubieran terminado, volverían al hotel para reencontrarse con Dalmaut y Claudia.  En el coche camino a su casa, Alejandro y Daniel seguían hablando de todo un poco, y Alejandro volvía a sentirse incómodo con Jack, ya que desde que habían salido del hotel se le notaba como intranquilo.  Ya en casa de Alejandro, y después de bajar los equipajes, Daniel decidió darse una ducha y Jack se sentó en el sofá y se puso a ver la tele. Alejandro le ofreció algo para beber o comer, a lo que Jack respondió con un movimiento de cabeza negativo, sin dejar de mirar la televisión.  Tras un rato, Daniel salió de la ducha y Jack como si tuviera mucha prisa en ducharse, pego un brinco en el sillón y se dirigió a la habitación, para coger algo de ropa y acto seguido se encaminó al aseo.
Una vez que ya entro en el aseo,  Alejandro estuvo a punto de comentar con Daniel algo sobre sus presentimientos, aunque prefirió no hacerlo, pensando que serían paranoias suyas.  Por su parte Jack, nada más entrar, y después de cerrar con el seguro la puerta, encendió la ducha y metiéndose en el último rincón del baño, teléfono al Maestre para contarle que no sabían nada de la Hermandad ni del secreto y aparte, le dio la localización de la casa de Alejandro y también del hotel de Dalmaut.  El maestre entonces le dijo que no diera ningún pasó en falso que pudieran descubrirlo delante del resto del grupo, y que se mantuviera en todo momento tranquilo y atento ante los pasos que estos pudieran dar.
 Tras terminar la conversación, Jack ahora si se preparó para ducharse mientras que el maestre telefoneaba  a sus sicarios, para darle todos los datos que había recibido.  La orden era clara, cuando todo el grupo estuviera junto los dos estarían vigilando todo lo que pudieran, y en el momento que se separaran irían cada uno a un lugar distinto.
 Pasaron varios días en los que los cinco buscaban sin éxito nuevos datos que les pudieran ayudar en algo.  Jack se había integrado muy bien al grupo, y de la sensación que ofreció el primer día poco quedaba ya.
De pronto algo ocurrió que nadie se esperaba.
 Dalmaut navegaba por internet, cuando de pronto encontró una página que trataba de símbolos extraños en excavaciones egipcias, pero lo que le hizo detenerse en esa publicación fue que uno de los enlaces, estaba relacionado con “Abydos”.
Al comenzar a mirar el enlace, Dalmaut  sonrío ya que salían fotos de una de sus excavaciones, para luego quedarse sorprendido, ya que aparte de las fotos de la cámara secreta había otras con los dibujos de la forma del collar.
De pronto el artículo arrojó una gran sorpresa, ya que dicho artículo estaba firmado por una persona muy conocida por él.
 Se trataba de un antiguo amigo y colaborador suyo llamado, Robert Young y aunque llevaba bastante tiempo sin estar en contacto, habían sido muy buenos amigos.  Dalmaut  siguió mirando esa página, y descubrió que su amigo se había especializado en los símbolos extraños, y que aparte de eso trabajaba para un museo en Berlín.  También observó que al final de la página, venía un teléfono de contacto por lo que sin dudarlo, lo marcó en su móvil para hablar con él.
 Una voz de mujer respondía  a la llamada, y preguntaba que en que lo podía ayudar . Dalmaut después de presentarse, pidió poder hablar con Robert, a lo que la misma voz de mujer le comento que permanecería a la espera.  Tras unos segundos de música, una voz muy familiar contestaba en un perfecto alemán.
Dalmaut después de decirle que le cambiara de idioma, empezó a meterse con él.  Estuvieron un rato recordando viejos tiempos, y riéndose de anécdotas vividas tiempo atrás.  Tras esos primeros minutos, la conversación fue girando hacia sus investigaciones y hacia el nuevo rumbo que Robert había tomado.
Dalmaut después le contó un poco por encima todo lo que estaban investigando, y la aparición del collar de Alejandro.  Tanto Dalmaut como Robert sabían que ese collar, era una de las piezas claves en esta investigación, por lo que Robert le indicó que le diera una dirección de correo electrónico a poder ser posible encriptado, para poderle mandar documentación y posibles pistas acerca de todo.
 Una vez que concretaron el asunto, terminaron la conversación y Dalmaut se dispuso a esperar el correo de su amigo.  Minutos más tarde, en la bandeja de entrada del correo de Dalmaut,  aparecía el mensaje de Rober.  Dalmaut comenzó  a revisar el correo, que aparte de fotos contenía documentos acerca de Abydos,  de la simbología del collar, y de la secta de la Hermandad de Amón Ra. También el correo incluía un mapa con las localizaciones donde se había sabido de la existencia de alguno de los collares.
 Tras examinar todo lo que le habían mandado, Dalmaut pensó que lo mejor sería ir a los lugares donde había habido rastro del collar.  Quizás podrían encontrar alguna pista que les  desvelará algo más de este misterio.
 Llamo sin más dilación a Daniel, para que se reunieran cuanto antes con él.  En menos de media hora, Daniel y Jack llegaban al hotel de Dalmaut,  mientras Alejandro iba en busca de Claudia para llevarla allí también.  Una vez que todos estuvieron con Dalmaut,  este empezó a explicarle en qué consistía el plan, debido a las nuevas informaciones que su amigo Robert le había proporcionado hacía poco tiempo.
Todos aceptaron el nuevo plan.  Claudia y Alejandro se miraban con cara de emoción, ya que veían que su sueño podía empezar a hacerse realidad.  También Daniel se sentía muy emocionado, ya que empezaba a ver que su gran sueño de descubrir algo importante, se le empezaba a poner en bandeja.
 Momentos más tarde Dalmaut,  en un momento que se quedó a solas con Alejandro, le comento que partirían de viaje en unos 15 días y que su primera parada sería París.
Comenzaron a preparar la táctica del viaje, cuando de pronto el teléfono personal de Dalmaut comenzaba a sonar.  Tras contestar, reconocido rápidamente que el que llamaba era Robert.
En un principio a Dalmaut le extrañó la llamada, ya que no hacía mucho que habían hablado, pero pensó que quizás se le hubiera olvidado contarle algo.  Ni mucho menos era así, ya que la voz de Robert era seria y con un tono preocupado.  Lo primero que le dijo fue que buscara algún sitio donde pudiera hablar sin que nadie le escuchara.
 Dalmaut se dirigió al servicio, y una vez allí le dijo que ya podía hablar con seguridad.  Robert le comento que si había leído el artículo que le había mandado sobre la Hermandad de Amón Ra, a lo que Dalmau le contesto que sí pero que no creía que existieran una secta como la que ese artículo relataba.  Robert le cortó enseguida y le dijo que la existencia de esta hermandad era verídica, ya que llevaban bastante tiempo investigándolos, incluso habían puesto nombres y apellidos a muchos de sus miembros.
También le comentó, que su líder espiritual, era un hombre de mucho poder en Estados Unidos, y que incluso tenían fotos de él en varios actos públicos, con gente muy importante de aquel país.
Robert, también le preguntó que si podía confiar en la gente que le estaba ayudando, a lo que Dalmaut  le contestó que no sabía dónde quería llegar con todo esto que le estaba diciendo.
Robert dejo de dar rodeos y fue directamente al grano, comentándole que dos de los sicarios de esta hermandad habían volado de El Cairo hacia España, y que precisamente se encontraban en la misma ciudad en la que ellos estaban, y que era mucha casualidad ya que ellos habían descubierto algo que esta hermandad, trataba de custodiar a toda costa.
 Además estos dos sicarios, eran de los más peligrosos y violentos de la Hermandad, y siempre se les había relacionado, aunque sin éxito, con misteriosas desapariciones de gente que se había acercado a su causa.
Dalmaut no daba crédito a lo que estaba escuchando, ya que no podía desconfiar de nadie, porque todos tenían mucha implicación con la investigación.  Una vez terminada la conversación, Dalmaut  permaneció unos minutos pensativos, y decidió salir a contarles a todos lo que le acababan de contar.  Tras contarles a todos lo que pasaba, quedaron un poco preocupados y al verlos así Dalmaut comentó, que lo mejor era partir hacia París al día siguiente,  y así despistar a los dos sicarios que según Robert le seguían los pasos.
Esa noche decidieron pasarla todos juntos en el hotel,  mientras fuera, un coche con dos ocupantes, parecía no tener prisa en marcharse, ya que llevaban casi toda la tarde sin moverse del sitio y sin salir del coche. Sin duda no era casualidad que estos dos hombres se encontraban allí, y no se movieran del lugar.  Los sicarios del Maestre, se estaban tomando muy en serio su trabajo, aunque aún no sabían que en una habitación del hotel que vigilaban, cinco personas sabían de su existencia, y estaban empezando a tramar un plan para despistarlos.  Jack en un descuido del resto, puso un mensaje desde su móvil al Maestre, en el que le decía que los sicarios habían sido descubiertos y que se iban a dirigir a París para despistarlos.  El Maestre, después de recibir el mensaje, medito durante unos minutos y decidió que lo mejor era, no avisar a los sicarios y dejar que los demás se marcharán hacia París, creyendo haber burlado la vigilancia de estos. De esta forma conseguirían. que los cinco creyeran estar a salvo, y Jack le mandaría información de cada paso que dieran.  Además en París, también había seguidores de la Hermandad, por lo que ya no estaría solo y tendría con quien poder controlar las andanzas del resto del grupo.
Las horas iban pasando, y el grupo ultimaba  todos los detalles para su viaje.  El mayor problema era cómo ir a los domicilios de Alejandro y de Claudia, para preparar algo de ropa y recoger los enseres de Daniel y Jack, sin que los dos sicarios sospecharan al ver los equipajes.
Dalmaut  les comentó que no había problema, ya que los dos hombres que habían traído su equipaje y todas sus cosas, aún seguían en Valladolid, y podrían acercarse ellos a recoger todo. Una vez arreglado ese problema, sólo quedaba arreglar cómo saldrían del hotel, sin que nadie les viera.
 Dalmau y Daniel salieron de la habitación, y se dirigieron a hablar con el director del hotel.  Una vez en su despacho, le medio engañaron, y le dijeron que necesitaban salir cinco personas del hotel. Pero que les tenía que ayudar a salir por algún sitio que no fuera la puerta principal. Dalmaut  al ver que  el director se quedaba un poco sorprendido, saco unos cuantos euros de su bolsillo y se los dio guiñándole un ojo y le dijo, que confiaba en  su discreción.
 También le dijo que saldrían a las 7 de la mañana. El director miro el dinero, y tras ver qué había más de 100 €,  se lo guardo, les sonrió, y les comento que no habría ningún problema.
Ya de vuelta en la habitación, todos picaron un poco de comida, y después decidieron intentar dormir un poco.  Dalmaut  y Alejandro se quedaron bastante tiempo charlando, ya que Alejandro nunca había salido de España, y quería saber un poco de cómo era el país que en breve iban a visitar.
Sobre las 2 de la madrugada el teléfono sonó en la habitación y Dalmaut  se apresuró a cogerlo,  para así no despertar a los demás que ya dormían.  Era el director del hotel, que tras saludarlo, le comento que en la plaza número 13 del garaje había una furgoneta blanca de reparto con el equipaje de todos y a las 7 de la mañana, un chófer les estaría esperando en ella,  para llevarnos hacia el aeropuerto.  Dalmaut  colgó el teléfono, y le comento a Alejandro que aún seguía despierto, lo que había hablado con el director.
 Continuaron hablando un rato más, hasta que el sueño se apoderó de ambos y se durmieron. Mientras en la puerta del hotel, los dos sicarios seguían dentro del coche, con gestos de aburrimiento, debido al nulo movimiento de su vigilancia.  Las horas pasaban, y cada vez quedaba menos para emprender el viaje, que les llevaría a París, en busca de respuestas que pudieran aclarar algo más las cosas.
 Todos dormían tranquilamente excepto Claudia, que aparte de la agitación que tenía, un sudor frío la estaba recorriendo todo el cuerpo.  De repente se despertó dando un grito y medio llorando, debido al sueño que acababa de tener.  Alejandro y Daniel también se despertaron, y vieron como Claudia estaba en un estado de histeria que les hizo levantarse a toda prisa, y acudir hacia el lugar donde ella se encontraba, e intentar calmarla.  Tras calmarse un poco rompió a llorar, diciendo que porque estaba pasando esto.
Más tarde les contó que tenía mucho miedo, ya que había visto a todos en su sueño, y lo estaban pasando muy mal.
Alejandro la abrazo y la empezó a acariciar la cabeza para tranquilizarla, hasta que de nuevo Claudia se durmió.  Por su parte Daniel se quedó bastante preocupado, ya que empezó a sospechar que los sueños de Claudia y de Alejandro pudieran ser premonitorios y realmente estuvieran en peligro. Todo esto, unido a las prisas por salir de Valladolid, y la aparición de los dos sicarios que les vigilaban ayudaban a ello.
Sonó el despertador y Dalmaut lo apago y se levantó dispuesto a despertar al resto.  Primero fue a Daniel, luego a Jack, pero de pronto vio que los sitios donde debían dejar Alejandro y Claudia estaban vacíos.  Miró en el baño y  allí no había nadie.  Daniel y Dalmaut se miraron con gesto de preocupación, pero sin decirse ni una sola palabra.  De pronto escucharon que alguien intentaba abrir la puerta, y como un auto reflejo cogieron lo primero que encontraron y se pusieron tras la puerta.  La puerta comenzaba a abrirse, y Jack con un gesto rápido, a punto estuvo de estrellar una botella en toda la cabeza de Alejandro.
 Alejandro y Claudia habían bajado a la cafetería en busca de unos bollos y alguna bebida caliente para que el resto desayunara, pero a punto habían estado de recibir más de un golpe del resto.
Ciertamente el nerviosismo se había apoderado de todo el grupo, aunque en realidad era lógico, debido a que nunca ninguno de ellos, habían pasado por una situación de este nivel.  Ya una vez todos calmados, Dalmaut les arengó el hecho de que hubieran bajado a la cafetería, ya que podían haber puesto en peligro su plan de fuga.
Tras unos momentos tensos, y una vez calmados del todo los cinco empezaron a desayunar. Después de desayunar, y acabar de arreglarse, esperaron a que llegara la hora de su marcha. El timbre de la puerta sonó, y Dalmaut tras mirar el reloj, y ver que eran las 6:55, abrió la puerta y enseguida el director del hotel le dio los buenos días, y les pidió a todos que lo acompañara.
Les condujo por un pasillo hasta el ascensor de personal, y tras meter una llave en una cerradura colocada en el lugar del botón de llamada, se abrió una puerta y una vez dentro el director marco la tecla del sótano. El ascensor les dejo en un pequeño pasillo que conducía al garaje, y allí ya con la furgoneta en marcha, un chófer con un mono de mudanzas puesto les indico  que entraran  en ella por la parte de atrás.  El último en subir fue Dalmaut, que tras agradecer al director su ayuda, se despidió de él diciéndole que ojalá, pudiera volver al hotel ya que le habían tratado como en su propia casa.  Una vez dentro de la furgoneta ya todos, el chofer comenzó su viaje en dirección al aeropuerto.
Nada más salir del garaje,  todos se agacharon para no ser vistos por los sicarios del Maestre,  que seguían en el coche vigilando.  Tras girar la esquina, y entrar en otra calle, se volvieron a incorporar, y ya sí pudieron sentarse cómodamente hasta llegar al aeropuerto.  Mientras en la puerta del hotel, los sicarios seguían vigilando algo que ya no se encontraba allí.  Seguramente que en el momento que descubrieran que habían sido burlados, se enojaría mucho e irían con más ganas a por los cinco.
La furgoneta tras salir de la ciudad, se dirigió al aeropuerto, donde tras unos pocos minutos llegaban a el. Una vez allí, y sin parar, entraron directamente a una zona privada y restringida para personal no autorizado, donde ya esperaba el avión privado de Dalmaut.  Tras salir de la furgoneta, todos fueron subiendo al avión a excepción de Dalmaut, que justo en esos momentos recibir una llamada de Robert.
Robert le preguntaba por cómo había ido todo, a lo que este último le dijo que sin ningún problema, y que los sicarios, gracias a la ayuda del director del hotel, no se habían dado cuenta en ningún momento de su fuga.  También le comento que una vez que estuvieran acomodados en algún lugar, se dirigieran al Museo del Louvre, donde había algún objeto curioso que les podría ser de ayuda en sus investigaciones. pero que la forma de conseguirlo ya tendría que ser por sus propios medios.
Dalmaut  nuevamente, le dijo que no entendía las indirectas, y que fuera más claro.  Realmente y  desde siempre,  Robert  nunca iba al grano, y estaba siempre dando rodeos para contar algo.  En las excavaciones que protagonizaron los dos, siempre solían acabar discutiendo por este motivo.  Robert fue más claro y le dijo, que en una de las salas del museo, se hallaba una vasija egipcia encontrada en unas excavaciones de un equipo Arqueológico Alemán, con unos símbolos extraños parecidos la escritura egipcia de la primera dinastía, aunque por las pruebas realizadas tenía bastante más antigüedad.  Dalmaut le comento, que esperaba que no le estuviera insinuando el hecho de que lo intentará robar, a lo que Robert riéndose,  le contesto que lo único que tenía que hacer era burlar la vigilancia y giran un poco la vasija, para copiar esos signos y luego intentan descifrar su significado, que seguramente les podría dar alguna pista muy buena sobre su búsqueda.  Una vez hablado todo, Robert le dijo a Dalmaut  que si necesitaba algo cuando estuvieran en París, no dudará en llamarme.
 Dalmaut apagó el teléfono y entro al avión, donde el piloto esperaba para poner rumbo a Francia.  Ya en pleno vuelo el gesto de Dalmaut era calmado, y una sonrisa iluminaba su cara. Daniel se acercó con la intención de preguntarle a qué se debía la sonrisa, a lo que Dalmaut le contestó, que era debido, a que estaba inmerso en la mayor de las aventuras que nunca había imaginado.
Si lo que estaban buscando, se convirtiera en realidad, sería el mayor descubrimiento de la historia.  Algo que había sido buscado por muchísima gente, y que nunca nadie jamás lo había encontrado.   Y todo ello gracias a dos jóvenes desconocidos, que  estaban más cerca que nadie de conseguirlo, debido al collar y los sueños de suyos. Daniel le dijo entonces a Dalmaut, que él había decidido participar en esta aventura desde el primer encuentro que tuvo con ellos, debido a la sinceridad y preocupación que demostraron, y al collar, ya que había estudiado a fondo ciertos escritos relacionados con lo que antiguamente se consideraba como el oráculo sagrado de Amón Ra.
 Desde los primeros faraones, hasta el mismísimo Napoleón, o el mismísimo Hitler había ansiado encontrarlo, ya que quien poseyera el oráculo, cambiaría la evolución de la humanidad a su antojo.  Aunque claro está, que esto nunca había sido demostrado, y solamente se trataba de una leyenda, aunque los últimos hallazgos encontrados acerca del ejército de Cambises, hacían que la leyenda fuera cogiendo cuerpo, y se acercará más a la realidad.
El viaje estaba siendo de lo más tranquilo posible, y ya quedaba menos para llegar al destino. Por una parte Dalmaut y Daniel continuaban charlando de sus cosas, por otra parte Alejandro y Claudia intentaban aprovechar para echar una cabezadita, mientras que Jack estaba pensativo sin quitar la mirada de la ventanilla. En parte el motivo de que Jack estuviera así, era debido a la misión, ya que ahora mismo se encontraba solo, sin nadie que en un momento dado le pudiera ayudar.
 El maestre le había dicho que siguiera adelante con la misión, aunque lo cierto es que no tardaría mucho en comunicar a los sicarios la nueva situación del grupo.  Además la Hermandad tenía siervos en todo el mundo, por lo que aunque él no lo supiera, no estaría solo.
 Otro motivo del ánimo negativo de Jack, era por culpa de su novia Emily ya que su relación estaba deteriorada, y  este viaje tan rápido no iba a ayudar a mejorar las cosas y él lo sabía de sobra.
Tras 2 horas de viaje en avión aterrizaba en el aeropuerto de París.  Después de bajar los equipajes, se dirigieron todos a la zona de llegadas, y tras pasar por la aduana se dirigieron en dirección a la calle, con la intención de buscar un taxi que los llevará al hotel, aunque debido a que eran cinco, y que llevaban todos equipajes, tuvieron que acudir al hotel en dos taxis.
 En uno de ellos Alejandro y Claudia, que no dejaban de mirar de un lado al otro, sobre todo Alejandro ya que nunca había salido de España, y no quería perder detalle.  En el otro Dalmaut y Daniel charlaban en los asientos traseros, mientras que Jack, al igual que Alejandro y Claudia no perdía detalle de las calles por las que pasaban.
El camino del aeropuerto al hotel, sería muy turístico, ya que se encontraban en pleno centro de París.  Dalmaut, antes de salir de España, ya había reservado 3 habitaciones en ese hotel.  En una estaría solo Claudia, mientras que las otras dos serían una para Jack y Daniel, y la otra la compartirían Dalmaut y Alejandro.
Llegaron al hotel y tras bajar los equipajes, todos entraron al hall donde un hombre con traje y corbata saludaba en francés a Dalmaut . Por lo visto Dalmaut, era conocido en ese hotel,ya que el trato que le estaban dispensando era muy familiar.  Después se acercó a la recepción, donde le fueron entregadas tres tarjetas de control, para poder entrar en sus habitaciones.  Dejaron las maletas en la recepción, donde un chico joven las cargo en un carrito, y les pidió que lo acompañaran.
 Una vez ya en las habitaciones, todos aprovecharon para acomodarse y deshacer los equipajes.  Una hora más tarde quedaron en la cafetería del hotel, donde picaron algo y comenzaron a hacer el plan de la búsqueda de la vasija del Museo del Louvre.
 Mientras en otra parte del mundo el Maestre, que había recibido ya noticias de Jack, se disponía a llamar a su sicarios para darles órdenes nuevas.  Tendrían que ser más cuidadosos, y trabajar con más discreción, para no ser descubiertos de nuevo. Aunque el Maestre estaba muy extrañado de la forma en que habían sido descubiertos.
Aunque Jack no le hubiese mencionado nada de ninguna ayuda externa,  el sospechaba de que sí que existía.  Lo primero que hizo al hablar con los sicarios, fue decirles que habían sido burlados, y les emplazó su nuevo destino.
 Eso sí, esta vez era distinto, ya que no quería que se acercaran a ellos por nada del mundo. Estarían en París, pero solo en caso de emergencia extrema entrarían en acción.  Jack le iría informando, y el iría estudiando la situación para decidir si le ayudaban o no.
 Lo más importante para el Maestre era la discreción, y lo último que pretendía era que se creara publicidad sobre este tema.  Después de hablar con ellos, el Maestre hizo una nueva llamada.  Esta vez la llamada era a una persona que se hallaba en París, y que tras contestarle recibió una serie de órdenes que quería que cumplieran.  Pero esta vez eran unas órdenes distintas,  ya que en vez de torpedear la expedición, esa misteriosa persona era ordenada a ayudar al grupo de Daniel y Dalmaut.
 El Maestre colgó el teléfono, y tras quedarse mirando fijamente a un cuadro que presidía sus aposentos exclamó...
“Será duro guardar en secreto, pero juro que se hará lo posible para que así siga siendo”