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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Especial Misterio Estelar: Tras la Pista de los Templarios


TRAS LA PISTA DE LOS TEMPLARIOS

Los Caballeros Templarios legendarios monjes soldados de la Edad Media considerados guerreros de Dios hombres santos y magníficos luchadores.... usaban voto de pobreza pero eran más ricos que los Reyes... cuenta la leyenda que eran los custodios de la reliquia más importantes del Cristianismo... el Santo Grial... este tesoro tan preciado les concedía un poder sin igual... aunque finalmente son destruidos y su fortuna desaparece.. quiénes eran los Caballeros Templarios.. ¿a día de hoy se puede saber el secreto de su poder?

A finales de la Edad Media los Caballeros Templarios encarnaron  el ideal del monje Guerrero que defendía la fe cristiana y arriesgaba su vida en la conquista de Tierra Santa.
Pero, aunque alcanzaron el poder y la fama, la fundación de la Orden del Temple fue un hecho tan humilde que pasó desapercibido para los cronistas de aquel tiempo.
¿Que buscaban realmente sus fundadores?
¿Eran simples soldados de Cristo o perseguían un conocimiento secreto y un tesoro de proporciones incalculable?

Ahora os proponemos una serie de pistas para recordar a aquellos Caballeros.

LA CRUZ PATADA:
La cruz patada o cruz paté, es aquella cruz cuyos brazos se estrechan al llegar al centro y se ensanchan en los extremos. Su nombre proviene de que los brazos de este tipo de cruz parecen patas. Existen muchos tipos de cruces patadas.
La cruz paté se asocia con los caballeros templarios. «El 24 de abril de 1147, el Papa Eugenio III concedió a los templarios el derecho a llevar permanentemente la cruz; cruz sencilla, pero ancorada o paté, que simbolizaba el martirio de Cristo; de color rojo, porque el rojo era el símbolo de la sangre vertida por Cristo, pero también de la vida. La cruz estaba colocada en su manto sobre el hombro izquierdo, encima del corazón.»
Posteriormente, fue utilizada por los caballeros teutónicos (su emblema era una cruz patada negra sobre fondo blanco) y más tarde fue asociada a Prusia y al Imperio alemán de 1871 a 1918. Los militares alemanes continuaron usando esta cruz después de 1918. Una versión de la cruz de hierro es empleada actualmente por el ejército alemán como su símbolo y se pinta en aviones y vehículos militares.
Algunas modernas organizaciones francmasonas utilizan la cruz paté, lo que a veces puede causar confusión con la version usada por la Orden de los Caballeros Templarios.
Esta cruz también se coloca delante del nombre de un obispo que emite el imprimatur o en determinados mapas y señala el lugar donde se encuentra una localización cristiana.
La cruz patada es emblemática de la región geográfica del Vexin, en el noroeste de Francia, donde se encuentra en numerosos mojones y cruces de monumentales.

LA REGLA DEL TEMPLE:
O también  llamada "Regla Primitiva" de los Templarios. En ella se recogen unas normas de obligado cumplimiento para todo integrante de esta Orden de monjes guerreros.
Uno de los misterios más interesantes en el proceso de la fundación de la Orden es la autoría de la Regla.
Unos sostienen la paternidad de San Bernardo de Clairvaux. En cambio, si atendemos al prólogo, podría entenderse que fue Hugues de Payns, uno de los caballeros fundadores de la Orden, quien con ayuda del patriarca redactó dicha regla, presentándola después a San Bernardo y ante el Concilio para su visado y aprobación.
Antes de transcribir el texto completo de la Regla Primitiva de la Orden del Temple, son necesarias dos aclaraciones: en primer lugar, aunque con frecuencia se habla de 76 capítulos, la Regla sólo tiene 72; esos cuatro capítulos sobrantes se deben a una numeración errónea, en la que se dividían partes del prólogo u otros capítulos. En el texto que se reproduce a continuación se conserva la forma original, con 72 capítulos.
En segundo lugar, los diferentes artículos en los que se hace referencia a los "sirvientes de armas", hay que entender escuderos, sargentos o soldados; sólo cuando se hace referencia a los "sirvientes" es necesario entender "sirvientes domésticos".

LA SEDE DEL TEMPLE:
Jerusalén, era la sede de la Orden del Temple. Las casas de: Francia, España, Portugal, Italia e Inglaterra, siempre estuvieron ligadas a la Casa de Jerusalén y la existencia principal de las mismas, era aportar los Caballeros e Ingresos necesarios, para recuperar y mantener los Santos Lugares.
Al perder Jerusalén, fue trasladada la Sede a Chipre, aunque la Casa de Paris, empezó a ejercer una influencia relevante, habida cuenta que el Papa, había trasladado su residencia a Francia y la ORDEN, dependía directamente del Papa.
En la Bula Omne datum optimum dirigida al maestre Robert de Craon se dice: Ninguna casa, excepto aquella en la que vuestra Orden se estableció en un principio, debe ser dueña y soberana
Según la descripción efectuada por Juan de Wirtburg, al divisar Jerusalén sobresalían dos grandes cúpulas:
  • Al Este: La Templum Domini, antigua mezquita de Omar.
  • Al Oeste: La Iglesia del Santo Sepulcro. La Roca del Calvario, estaba coronada por una atalaya del Hospital.
En medio de ambas cúpulas, un horizonte recortado por torrecillas, campanarios y terrazas. Existían cuatro iglesias: Santa Maria de Letran, Santa Maria la Mayor, Santa Maria la Menor y Santa Maria Magdalena.
Jerusalén, se hallaba divido por 4 calles principales:
De Norte a Sur: Las calles de San Esteban y Sion.
De Este a Oeste: Las calles de David y del Templo
De estas cuatro arteria principales, salía un incontable numero de callejuelas, repletas de Iglesias y Monasterios.
La entrada a Jerusalén, se realizaba por la calle de San Esteban, siguiendo hasta la explanada del Santo Sepulcro. En la Calle del Templo, se encontraban los vendedores de recuerdos a los peregrinos: La palma y la concha. Detrás de ellos se halla el lugar denominado Pavimento, que era una porción de terreno cedido por lo sacerdotes del Templus Domini a los Templarios, con unas dimensiones de : e largo un tiro de flecha y de ancho un tiro de piedra. Desde el terraplén se subía a  la Cúpula de la Roca, el templum Domini, por donde paseaban los Templarios en las horas de ocio.
Siguiendo con la descripción de Wirtzburg: A la derecha, hacia la meridiana, se encuentra el palacio que según dice construyo Salomón. En ese palacio o edificio podemos ver una caballeriza de tan extraordinaria y enorme capacidad que puede albergar más de dos mil caballos o mil quinientos camellos. Los caballeros Temple, tienen muchos edificios que lindan con el palacio, grandes y amplios, con una nueva y magnifica iglesia que no estaba terminada cuando la visité.
El refectorio, al que los Templarios, siguen llamando Palacio, es una sala abovedada con columnas y esta adornada con espadas, yelmos, escudos y cotas de mallas.

LA ORDEN DE SION:
La orden de Sion fue una orden medieval militar y religiosa fundada en Jerusalén por Godofredo de Bouillón durante la Primera Cruzada. Según una bula papal del siglo XII, tenía abadías en el Monte Sion, el Monte Carmelo, en el sur de Italia (Calabria) y en Francia.
Esta orden ocupó su abadía madre Notre Dame du Sion, construida sobre los cimientos del cenáculo o coelaneum apostólico hasta alrededor de 1291, año en el que cayó en poder de los musulmanes. Estaría encargada de proteger el Monte Sion, además de ser un brazo secular de la iglesia católica.
En Jerusalén, la abadía se encontraba en el Monte Sion, donde había sido construida sobre las ruinas de una antigua iglesia bizantina. La abadía permaneció durante unos 200 años, una de las muchas que pequeños grupos construyeron durante las Cruzadas. A principios del siglo XIII, la abadía fue destruida, durante una razia de las tropas musulmanas, tras la que los monjes huyeron a Sicilia.
En 1617, los monjes que todavía formaban la orden se unieron a los Jesuitas.

EL GRIAL DE LOS CATAROS:
En la Edad Media, los cataros como cualquiera de las religiones existentes, tenían sus leyendas, mitos y creencias más o menos reales o inventadas, por medio de las cuales reforzaban su espiritualidad.
En este sentido la religión cristiana, la llamada entonces católica, prevalecía como la verdadera, dominante en toda la Edad Media, contrapuesta en muchos de los aspectos a la creencia de los cataros, por lo que en oposición a ella, y como ideología frente al poder de la Iglesia romana, los cataros a parte de las ideas puristas en lo social, chocaban frontalmente por la evidente relajación moral católica de la época.
A parte de la controversia religiosa de los cataros, en aquellos tiempos, pensaban al mismo tiempo en la autenticidad del tan controvertido “Santo Grial”, como el mito más clásico y poderoso de la Edad Media.
Por lo tanto los cataros al igual que otras muchas sociedades, se empeñaron en la búsqueda del Grial, como cosa propia, creyendo como tantos otros, ser los verdaderos poseedores de tan preciado cáliz de la Última Cena.
Los historiadores han dividido los relatos del Grial en cuatro ciclos: El primero corresponde a “Perceval” de Chetién de Troyes hasta el año 1180; El segundo en la “Estoire dou Graal” de Robert de Boron, que se extiende hasta 1190; El tercero es de “Perlsvaus”, que termina en el año1200; Y el cuarto se trata del conocido “Parsival”, de Wolfran von Eschenbach, concluido este ciclo en 1210. más modernamente se convirtió en “Queste du Graal” versión cristianizada del Grial.
El “Santo Grial”, no necesariamente ha de ser una copa o cáliz, se podría representar como una piedra preciosa u otra forma de vasija. Varios historiadores más clásicos, sitúan el Grial en tierras de Manes, fundador del manierismo, dios doméstico de los romanos, incluso hay autores que dicen proceder de los antiguos celtas; el caso es que los cataros y siempre según la leyenda, también se atribuyen su posesión.

LAS VÍRGENES NEGRAS:
El origen de estas imágenes se explica como la adopción por parte del culto popular cristiano en sus primeros siglos de elementos iconográficos y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad, cuyos rostros se realizaban en marfil (material que, al oxidarse, se vuelve de un color negruzco), y cuyo culto estaba extendido por todo el Imperio Romano tardío, tales como Isis, Cibeles y Artemisa. Debido a ello pueden encontrarse ejemplos de estas vírgenes por toda Europa
La veneración a las vírgenes negras tiene también numerosos ejemplos en América impulsada por la conquista española. Allí las vírgenes negras del Viejo Mundo surgidas del sincretismo religioso cristiano-pagano atravesarían en algunos casos una identificación con deidades femeninas amerindias o africanas como Pachamama o Yemayá

EL FINAL DE LOS TEMPLARIOS.
Al amanecer del 13 de octubre de 1307 se produjo en Francia un acontecimiento de un alcance considerable: todos los templarios franceses fueron arrestados en sus residencias. El rey de Francia, Felipe el Hermoso, de quien Bernard Saisset, obispo de Pamiers, dijo «no es ni un hombre ni un animal, sino una estatua», organizó la redada con mano de hierro.
Considerando inaceptable la presión política ejercida por los templarios, y deseoso de apoderarse de sus riquezas, como se había apoderado ya de las de los judíos franceses en 1306, el rey no dudó en destrozar una orden de caballería que contaba con doscientos años de antigüedad, fundándose en «presunciones e intensas sospechas».
Guillermo de Nogaret fue encargado de dirigir la investigación. El día 14 de octubre, el rey hizo difundir desde París un manifiesto en el que explicaba que los templarios detenidos eran culpables de idolatría, de apostasía, de prácticas sexuales vergonzosas y de ritos abominables.
El monarca tampoco dudó en utilizar a hermanos predicadores para convencer a la población parisina de lo bien fundado de dichas acusaciones, ni en escribir varias cartas para conseguir que los gobiernas extranjeros detuviesen a tos templarios en sus propios Estados. A pesar de ser yerno de Felipe el Hermoso, el rey de Inglaterra, Eduardo II, se apresuré a poner en guardia a varios soberanos a propósito de las calumnias propagadas por el rey de Francia. A partir del 19 de octubre, y hasta el 24 de noviembre de 1307, el inquisidor Guillermo de París interrogó a 138 templados en la sala capitular del Temple de Paris, muriendo 36 de ellos como consecuencia de las torturas que les fueron infligidas.

El papa Clemente V protestó débilmente contra estos suplicios en una carta del 27 de octubre de 1307, y el día 22 de noviembre ordenó a todos los príncipes cristianos la detención de los templados que habitasen en sus territorios. En febrero de 1308, cuando iban a ser puestos a disposición del poder pontificio (pues Clemente V reclamaba también sus bienes,, los templarios franceses revocaron las confesiones hechas con anterioridad. En marzo de ese mismo año, Felipe el Hermoso convocó los Estados Generales en Tours, donde reiteré su condena. En mayo, el papa se entrevisté con el rey de Francia, que no se mostraba dispuesto a ceder la fortuna del Temple. Presionado por el rey para que juzgase a la orden con la mayor severidad, Clemente y fue cediendo. Repuso en sus cargos a los inquisidores a los que había depuesto, e instituyó comisiones eclesiásticas, la primera de las cuales abrió sus sesiones en Paris, en agosto de 1309.
La pira Después del juicio del maestre de la orden, Jacques de Molay, los templarios intentaron organizar su defensa. El rey reaccionó. El 12 de mayo de 1310, algunos templados fueron quemados cerca de la puerta de Saint-Antoine. Durante el concilio de Viena, el 22 de marzo de 1312, y cediendo a las presiones de Felipe el Hermoso, Clemente V hizo aprobar la supresión de la orden, cuyos bienes fueron entregados a la del Hospital. Y el siniestro proceso alcanzó su punto culminante el 18 de marzo de 1314, día
Agrupados en torno a Hugo de Payens, algunos caballeros hicieron el voto de proteger los caminos que llevaban a Jerusalén, recuperados por los cruzados en el 1099. En 1119-1120, se fundó la orden del Temple en el mismo Jerusalén, donde se organizó y se dotó de su primera regla. Reconocida en 1128 por el concilio de Troyes, al que asistió San Bernardo, la orden conoció acto seguido un gran éxito, gracias sobre todo al notable organizador que fue Robert de Craon, quien obtuvo del papa numerosos e importantes privilegios, y en especial una total independencia con relación a los obispos. La expansión de aquellos «caballeros pobres de Cristo» fue extraordinaria Guerreros, protectores de los caminos, banqueros, administradores y constructores, los templarios se implantaron en toda Europa, llegando a reunir una fortuna considerable
En la época de Felipe el Hermoso, las finanzas reales tenían la consistencia de una verdadera vorágine. Además, el rey de Francia parecía obsesionado por el problema del dinero, que buscaba incansablemente allí donde pudiese encontrarse, no dudando en apoderarse de él mediante la manipulación en provecho propio de las leyes civiles y religiosas. La malsana avaricia del monarca, observada ya por sus contemporáneos, es reconocida en la actualidad por todos los historiadores objetivos La desgracia de los templarios consistió en poseer riquezas sobrestimadas, por otra parte, por el mismo rey. El papa Clemente y no parecía menos interesado en ellas que el rey de Francia, quien no logró plenamente su objetivo, pues una parte importante de los bienes de los templarios acabaría en manos o los hospitalarios.
Los templarios se vieron traicionados sir duda, por miembros de la orden ávidos de lo: bienes materiales y espirituales a los que no tenían acceso, y confiados en que el rey de Francia sabría agradecerles su prevaricación La mayoría de las encomiendas de la orden en Europa eran grandes dominios rurales muy pacíficos de aspecto y fortificados en menor escasa medida. En realidad, los caballeros de] Temple no constituían una fuerza militar capaz de oponerse a una intervención de las tropas reales. Y, según parece, los templarios se vieron sorprendidos por la amplitud de las detenciones, y no adivinaron en ningún momento el trágico destino que de ellas derivaría
Más allá de ciertas rencillas del soberano contra el Gran Maestre y de la deuda del monarca, ambos (rey y papa) ansiaban la riqueza acumulada a lo largo de los siglos por los “pobres caballeros de Cristo”. Y nada mejor que aliarse para combatir un enemigo común y, luego, repartirse el botín. Además, la estrategia estaba servida: la Inquisición se encontraba en su apogeo y, por ende, bastaba con acusar de hechicería a la Orden y poner en marcha el macabro mecanismo, para que los Templarios fueran abandonando este mundo, la orden decayera y su inmensa riqueza pasara a mejores manos (por lo menos, en opinión del papa y del rey) Clemente V, sin un leve dejo de piedad cristiana y sin hacerse rogar, redactó una lista de acusaciones (basadas en testimonios de espías infiltrados en la Orden y en la confesión de un Templario arrepentido) y envió órdenes selladas y secretas con tales imputaciones con la imposición de ser abiertas el 13 de octubre de 1307.
Al amanecer de aquel día, los documentos sellados se abrieron y se encontraron acusaciones varias hacia los Templarios. Tiempo atrás, habían servido para defender el poder de la Iglesia y, por ende, del papa. En 1307, su poder y su riqueza eran excesivos y Clemente V no vaciló en ordenar su impiadosa matanza, justificada” por una larga lista de inculpaciones infundadas. Las acusaciones contenían 127 artículos, que se dividían en 18 bloques cuyos títulos fueron los siguientes:
Negación de Cristo en las recepciones.
Negación de la divinidad de Cristo.
Escarnio de la cruz
Adoración de un gato.
Negación de la eucaristía.
Omisión de las palabras de la consagración durante la misa.
Facultad de los grandes dignatarios de la orden para absolver los pecados.
Besos obscenos. Secretismo en las ceremonias de recepción.
Homosexualidad. Adoración de ídolos.
Cuerdas o collares para colgarse de los ídolos.
Las confesiones de los Templarios. Negligencia de los frailes en corregir sus errores. Juramentos sobre el progreso material de la orden. La fama general contra la orden. A partir de allí, lo que sigue es fácil de deducir: los caballeros de la Orden fueron detenidos, brutalmente torturados (como correspondía a la noble institución de la Inquisición) y, muchos de ellos quemados vivos en la hoguera con leña verde, atroz pena reservada para los herejes y los brujos. Por supuesto, bajo la tortura, los Templarios habían confesado ser culpables de las múltiples acusaciones que se les imputaban. Es difícil no darle la razón a alguien que utiliza como método de persuasión una tenaza para apretar los pulgares o carbones al rojo vivo sobre el cuerpo.
Absolutamente ninguno. Los documentos del proceso, muy conocidos en la actualidad revelan tan sólo dos hechos esenciales: los acusados fueron torturados atrozmente, y las pretendidas «confesiones» no se obtuvieron más que en Francia. Muchos miembros de la orden declararon todo lo que se les exigió para salvarse del suplicio o de la muerte Sin embargo, algunos de ellos, con un notable valor aceptaron el sacrificio supremo para defender la reputación de la orden.
Orden caballeresca, los templarios aplicaban en la práctica una regla que no era revelada más que a sus miembros, y celebraban también ritos cuyos fundamentos iniciaticos son innegables. En este sentido solamente se puede hablar de un «secreto», a saber, la propia regla vital del Temple, cuyos diversos aspectos eran comunicados a los adeptos a medida que se iba produciendo su ascenso en la jerarquía Los diferentes ritos de los templarios fueron conscientemente deformados en las acusaciones planteadas contra ellos, en las que se re— produjeron las calumnias utilizadas habitualmente por cualquier poder contra aquella comunidad que se desea destruir.
Solamente 31 días después del asesinato de Jacques de Molay, el Papa Clemente y murió en el castillo de Roquemaure, en el valle del Ródano. Y el 29 de noviembre del mismo año Felipe el Hermoso sucumbiría como consecuen3ia de una apoplejía. Estos dos fallecimientos constituyeron un giro tanto en la historia del papado como en la del reino de Francia. Según la leyenda, Jacques de Molay les habría maldecido, emplazándolos a comparecer ante el tribunal de Dios en el plazo de seis meses.
La destrucción de la orden del Temple en Francia no se vio acompañada, en otros lugares, por la muerte de todos los templarios. Algunas ramas de la orden continuaron existiendo en otros países de Europa. Y no se puede negar, por otra parte, las estrechas vinculaciones de los templarios con las comunidades de constructores que conocieron una prolongación histórica con los gremios y ciertos ritos masónicos.

Hace unos meses Los investigadores Margarita Torres y José Miguel Ortega indicaron que la Copa de Cristo llegó a la ciudad de León en el siglo XI y se guarda en el museo de San Isidoro.

Y es que dos pergaminos egipcios originales fechados en el siglo XIV han servido para que los historiadores medievales Margarita Torres Sevilla y José Miguel Ortega aseguren que el Santo Grial se encuentra en la basílica de San Isidoro de León. «La copa que las comunidades cristianas consideraron que era la Copa de Cristo es la que se trasladó a León en el siglo XI procedente de Egipto y después de pasar por Denia». Los dos documentos señalan que el cáliz fue enviado al rey de León Fernando el Grande o el Magno en el siglo XI, después de haber sido saqueado de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, donde había permanecido hasta entonces y desde el siglo IV.
La afirmación rotunda, «sin lugar a error» la hizo esta mañana Torres Sevilla, quien hoy compareció junto a Ortega del Río, durante la presentación del libro que ambos han escrito bajo el título 'Los reyes del Grial', en el que exponen las conclusiones de tres años de investigación y los argumentos que sustentan tan llamativo hallazgo.
El origen de la aventura que ha concluido con un descubrimiento que para sus responsables no da lugar a dudas, se encuentra en un trabajo de investigación que la Consejería de Cultura financió sobre las piezas de procedencia islámica que se encuentran en la basílica de San Isidoro. La localización de un arca de plata del visir Sadaqa ibn Yusuf hizo que se enviase a un documentalista a Egipto para profundizar en el tema y el trabajo posterior dio con los pergaminos que han resultado claves para averiguar que la Copa de Jesús que le fue arrebatada a la comunidad cristiana de Jerusalén fue trasladada a León desde Denia, cuyo emir había respondido a la llamada de socorro lanzada desde Egipto durante una terrible hambruna.
La falta de una esquirla del cáliz, que saltó durante su viaje a Occidente es otro de los rasgos que apoyan la argumentación de los historiadores, soportada también con otros hallazgos documentales. «Ahora encajan todas las piezas de un enorme puzzle que estaban deslabazadas», señaló José Miguel Ortega, antes de reconocer que quedan muchas preguntas por responder sobre, por ejemplo, dónde estaba el cáliz hasta el año 400 o «por qué no sacó pecho el rey de León de tenerlo en su tierra».


Alberto Toribio y Nuria Desvaux