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domingo, 14 de diciembre de 2014

Coches malditos, ¿superstición o realidad?

Nuestro folclore está lleno de historias relacionadas con maldiciones, casos inexplicables que acaban causando un gran sufrimiento a sus víctimas, e incluso la muerte. Desde las maldiciones gitanas hasta la maldición de la tumba de Tutankamón, las maldiciones pueden estar en cualquier parte del mundo y puede afectar a cualquiera. Independientemente de si crees en el poder de lo sobrenatural, nadie pude negar que en algunos casos relacionados con maldiciones haya elementos trágicos e inexplicables, situaciones que van más allá de lo racional. En Mundo Esotérico y Paranormal hemos hablado en diversas ocasiones de objetos, lugares, y personas malditas, ¿pero un vehículo también puede estar maldito?
A lo largo de la historia hay innumerables casos de coches que fueron los causantes de misteriosos accidentes e inexplicables muertes, fascinantes historias que incluso en actualidad no han podido ser explicadas. Comencemos el viaje con verdaderos vehículos malditos.

Coches malditos, ¿superstición o realidad?
James Dean, el actor de cine estadounidense, se convirtió en un icono cultural gracias a películas como Rebelde sin causa, Al este del Edén o Gigante. Su muerte prematura en un misterioso accidente se convirtió en  toda una maldición…
Para Dean, su Porsche 550 Spyder lo era absueltamente todo. Personalizado por Georges Barris, el diseñador del Batimóvil de los años 60, el coche fue apodado como “Little Bastard” por Bill Hickman, su entrenador de conducción en la película “Gigante”. Pero todo cambiaría el 23 de septiembre 1955, cuando Dean preguntó a su amigo y actor Alec Guinness que probara su flamante coche. Mientras observaba el coche, Guinness afirmó sentir un mal presentimiento y le advirtió a Dean que si lo conducía moriría: “Si te metes en el Porsche, la próxima semana morirás”.
El 30 de septiembre, Dean quería participar con su Porsche 550 Spyder en una carrera de coches deportivos en Salinas, California. En un principio el vehículo iba a ser transportado en un remolque, pero en el último momento, Dean decidió que necesitaba familiarizarse con el Porsche, y él mismo condujo con el mecánico Rolf Wütherich de copiloto.
Después de haber sido multado en el Condado de Kern por exceso de velocidad, Dean conducía hacia el oeste por lo que ahora es la Ruta Estatal 46 cerca de Cholame, California, cuando un vehículo de la marca Ford, que venía en sentido contrario, intentó girar, impactando casi de frente con el Porsche de Dean. Cuando llegaron las autoridades se encontraron un escenario aterrador, con Wütherich que había salido despedido del vehículo, sufriendo de una fractura de mandíbula y otras lesiones. James Dean fue el que se llevó la peor parte, ya que murió a su llegada al Paso Robles War Memorial Hospital, el 30 de septiembre de 1955 a las 17:59. Sus últimas palabras, justo antes del impacto, fueron: “Ese tipo tiene que parar. Nos va a ver”. Wütherich sobrevivió a varios intentos de suicidio y murió en un accidente de tráfico en Alemania, en 1981.
Pero el verdadero motivo de la maldición tuvo lugar justo después del accidente. El diseñador de automóviles George Barris compró los restos del vehículo por tan solo $ 2.500. A la entrega, el Porsche de Dean se soltó de los enganches del remolque, rompiendo las piernas a un mecánico. Un médico de Beverly Hills, Troy McHenry, compró el motor del Little Bastard y lo mandó colocar en su Porsche. La primera vez que cogió el coche después del cambio de motor, el vehículo perdió el control y se estrelló contra un árbol, matando al médico al instante. Otro médico, William Eschrid, compró la transmisión de Porsche de Dean. Mientras conducía su vehículo se salió en una curva, el coche volcó y el medico acabo herido de gravedad.
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George Barris vendió dos neumáticos del Porche de Dean a dos personas anónimas, que mas tarde tuvieron un grave accidente. Los neumáticos explotaron simultáneamente, haciendo que el coche se saliera de la carretera. Dos ladrones resultaron heridos mientras intentaban robar partes del Little Bastard. George Barris decidió ocultar el vehículo por seguridad, pero la maldición parecía estar presente en el Porche de Dean. En 1959, se produjo un incendio inexplicable en un garaje de Fresno, justo donde se había guardado el Porsche de Dean.
En ese año, las autoridades decidieron mostrar a las escuelas secundarias locales los peligros de conducir a gran velocidad con los resto del Porsche de Dean. El Little Bastard se encontraba en una escuela en Sacramento, cuando se soltó de las protecciones, rompiéndole la cadera a un adolescente. Y de camino a Salinas, el camión que llevaba el coche de Dean perdió el control, impactando contra un vehículo y aplastando al conductor con el Porsche.
Pero la maldición no acaba aquí, y en el aniversario de la muerte de James Dean, el coche estaba expuesto con una gran cantidad de sujeciones de seguridad. Pero como si hubiesen sido cortadas por una fuerza invisible, el Porche se soltó y se estrelló contra un chico de 15 años, aplastándole ambas piernas. En 1960, Geroge Barris cansado de tanta desgracia decidió guardar para siempre el Little Bastard en California. El Porche de Dean fue colocado en un vagón de carga en Florida, y la puerta fue sellada para evitar cualquier robo. Cuando el tren llegó a Los Ángeles, el sello estaba intacto… pero el Little Bastard ya no estaba. El Little Bastard misteriosamente desapareció y nunca más se ha sabido de él.

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Y cuando hablamos de coches malditos no podemos olvidarnos del Gräf & Stift Double Phaeton. Los orígenes de la empresa Gräf & Stift era el del negocio de las bicicletas, pero en 1914 decidieron construir automóviles de lujo para una prestigiosa clientela. Entre los personajes famosos que compraron un Gräf & Stift estaban los miembros de la corte imperial austriaca.
El 29 de junio de 1914, el heredero del trono austrohúngaro, Francisco Fernando, decidió visitar la ciudad bosnia de Sarajevo. Eran momentos muy complicados en el mundo y el gran imperio austrohúngaro había tipo de personas: anarquistas, nacionalistas serbios, etc…
Pero incluso así, el archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía Chotek visitaron la ciudad en su lujoso coche Gräf & Stift. A medida que el Gräf & Stift avanzaba, Gavrilo Princip, un estudiante anarquista, realizó varios disparos. Tanto Francisco Fernando y su esposa Sofía murieron en el acto, pero el Gräf & Stift quedó indemne al ataque. Con este evento empezó un conflicto que pronto sería conocido como “la Gran Guerra”, y que es conocido como la “Primera Guerra Mundial”.
Pero aparte de ser el comienzo de una guerra que dejó millones de muertos, también fue el inicio de una maldición, ya que todo lo que poseía el coche de Francisco Fernando acababan muertos o resultaban gravemente heridos. En los siguientes doce años, el automóvil de Franz Ferdinand participó en seis accidentes y se cobró la vida de trece personas. Por ejemplo, el general austriaco Oskar Potiorek, que compró el Gräf & Stift, comenzó a tener problemas mentales y murió en un manicomio.

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Un capitán del ejército austriaco murió en un accidente nueve días después de la compra del coche maldito. El gobernador de Yugoslavia también compró el automóvil de Francisco Fernando. Durante el tiempo que fue dueño del Gräf & Stift, tubo cuatro accidentes y perdió su brazo. Su amigo, un reconocido médico, quien no creía que le coche pudiese estar maldito, lo compró y seis meses después el coche volcó y murió aplastado.
El siguiente propietario fue un comerciante de diamantes, se suicidó. Después un piloto de carreras suizo se estrelló contra un muro muriendo en el acto. Un granjero serbio que remolcó el Gräf & Stift con su carro, murió aplastado por el automóvil. Tiber Hirshfeld, el último propietario del maldito Gräf & Stift también fue víctima del vehículo. Mientras Hirshfeld se dirigía a una boda con cinco amigos, el coche maldito misteriosamente se salió de la carretera. Tiber murió en el accidente, junto con cuatro de sus pasajeros. Todo esto sucedió en Rumania, en 1926. La máquina maldita terminó en el Museo de Historia del Arte de Viena, donde todavía puede verse. Sin embargo, nadie se atreve a conducir el Gräf & Stift.
Estos son solo dos ejemplos de lo que puede considerarse coches malditos. Y aunque los más escépticos no crean en este tipo de maldiciones, nadie puede negar que tras estos vehículos se ocultan accidentes y muertes inexplicables.



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