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miércoles, 22 de mayo de 2013

Teletransportación, un viaje a otras dimensiones

La teletransportación siempre ha sido un fenómeno considerado propio de la ciencia ficción, pero en los últimos años científicos de todo el mundo han comenzado a hacer avances significativos en el desarrollo de la tecnología del teletransporte. Descrito por Albert Einstein como una “acción fantasmal a distancia”, la teletransportación o teleportación fue una palabra acuñada por Charles Fort para describir el transporte instantáneo de una persona o un objeto de un lugar a otro. A lo largo de la historia, muchas personas han soñado con el poder inimaginable de la teletransportación, pero hay casos registrados que sugieren que el teletransporte es una realidad desde tiempo atrás.
En los círculos espiritistas del siglo XIX, psíquicos de gran reputación ofrecían sus servicios a las personas de la aristocracia, convenciéndolos de que era posible “pasar” de un espacio a otro de una manera inexplicable. Pero de todos los casos de teletransportación hay un misterioso suceso ampliamente difundido, el del granjero David Lang de Tennessee, que una tarde de 1880, al cruzar un campo desapareció a la vista de muchos testigos, incluyendo tres miembros de su familia y un juez. La mayoría de los expertos han especulado que Lang, al igual que otras personas que han desaparecido misteriosamente, cayó en la “cuarta dimensión”. Todos los testigos se apresuraron en ir hacia el lugar donde había desparecido David, pensando tal vez que había caído en un agujero de algún tipo. No había ningún agujero. En una búsqueda exhaustiva por parte de los familiares, amigos y vecinos no fueron capaces de encontrar nada. Pocos meses después de la inexplicable desaparición, los hijos de Lang observaron que la hierba en el lugar donde su padre desapareció se había vuelto amarilla y se marchitó en un círculo que media alrededor de 4,5 metros de diámetro.

Otro caso relacionado con la teletransportación fue el ocurrido en diciembre 1873, publicado en varios medios de comunicación como el Daily Post en Bristol y el Times de Londres, donde se trató como un caso inusual y misterioso. El 8 de diciembre, el Sr. y la Sra. Cumpston, dos respetables ancianos residentes de Leeds, llegaron a Bristol para hospedarse en el Hotel Victoria. Algunas horas más tarde fueron detenidos por alteración del orden público. En la estación de tren, donde fueron detenidos, los Cumpston aterrorizados gritaban: “Mi esposa y yo nos hemos escapado de unos ladrones y maleantes en una especie de cueva. Nos tuvimos que defender con una pistola”. Los Cumpston habían disparado dos veces, una en el techo y otra en la calle. El superintendente ante la sospecha de que los Cumpston estuvieran locos, lo notificó a la policía.

En el juzgado de guardia, el matrimonio dijo que por la noche habían oído fuertes sonidos extraños cerca de su habitación. Se quejaron a la dirección del hotel, que también oyeron esos ruidos, pero restaron importancia. Los ruidos cesaron y los Cumpstons volvieron a la cama. A las tres o las cuatro de la mañana, volvieron a escuchar los extraños sonidos, esta vez acompañado por una sensación alarmante de que el suelo temblaba como si fuera un terremoto. La pareja empezó a gritar, pero sus palabras parecían ser repetidas por presencias invisibles. El Sr. Cumpston sentía como si estuviera siendo arrastrado hacia una especie de agujero, pero su esposa consiguió cogerlo de la mano y así poder saltar por la ventana. En esa situación de pánico y de confusión, los Cumpston pensaron que se trataba de delincuentes que les intentaban secuestrar. La gerente del hotel declaró que, efectivamente, había escuchado unos ruidos extraños, pero no fue capaz de proporcionar más información. La policía dijo que había comprobado la habitación y no había visto nada fuera de lo común. Aunque no se conoce la verdadera naturaleza de la experiencia de la pareja, ochenta años más tarde el periodista Harold T. Wilkins sugirió lo siguiente:
“Los extraños ruidos y el agujero en el suelo descrito por los Cumpston son imposibles de explicar a menos que se suponga que, en determinadas condiciones, una fuerza desconocida puede llegar a operar creando un vórtice en la materia sólida, llamado teletransportación a otros universos. La materia es “sólida” sólo en relación con la percepción humana, a nivel atómico puede ser descrito como un espacio prácticamente vacío. Un ser humano puede ser arrastrado a un torbellino con capacidad de enviarte a decenas e incluso a miles de kilómetros de distancia. En ocasiones, un vórtice podría operar a distancias astronómicas, así como ser teletransportados a otro planeta.”

Las teletransportaciones de seres humanos no son difíciles de encontrar en contextos folclóricos y religiosos. Uno de los primeros ejemplos fue la registrada por el reverendo Robert Kirk, en su obra clásica del siglo XVII. El gran filósofo del siglo I Apolonio de Tiana, se dijo que se teletransportó a sí mismo de forma instantánea a Éfeso (una localidad de la actual Turquía) para el tratamiento de los enfermos de la peste. Muchos santos cristianos, según las leyendas, en ocasiones eran llevados por los ángeles de un lugar a otro con una gran rapidez. Al principio de su carrera, Sathya Sai Baba, un líder religioso hindú, afirmó tener capacidades sobrenaturales milagrosas, con la capacidad de teletransportarse a sí mismo a la vista de los demás. El psicólogo Erlendur Haraldsson afirmó haber sido testigo de las teletransportaciones de Baba.
En 1901, poco después de que la familia Pansini se trasladó a una gran casa en Ruvo di Puglia, Italia, fueron víctimas de diversos fenómenos poltergeist. Alfredo Pansini, uno de los hijos de la familia tenía la capacidad de entrar en trance, que según los testigos, los “ángeles” hablaban a través de él y tenía visiones. La familia explicó, que el pequeño desaparecía de la casa reapareciendo en un estado de aturdimiento en la ciudad o en pueblos cercanos. Estas supuestas teletransportaciones fueron frecuentes durante los siguientes tres años, hasta su adolescencia en 1904. Justo antes de eso, sin embargo, el hermano menor de Alfredo también comenzó a teletransportarse, y en una ocasión desapareció de su casa y apareció a bordo de un barco de pesca a unos pocos kilómetros del puerto de Barletta. Joseph Lapponi, el asesor médico de los Papas León XIII y Pío X, entrevistó a los testigos y escribió un libro sobre el caso. En una de las investigaciones que realizó Lapponi, el Obispo Pasquale Bernardi encerró a los dos chicos en una habitación, cerrando todas las puertas y ventanas, sin embargo, a los pocos minutos los jóvenes desaparecieron.
El célebre investigador psíquico Hereward Carrington, quien estaba interesado en la experiencia humana y sobre todo en los Ooparts (artefactos fuera de lugar), pensó que exista algo más que la simple distracción y falta de atención para explicar ciertos episodios. Carrington escribió sobre un incidente:
“La Srta. K., una enfermera y una persona muy metódica, tenía la costumbre de poner siempre su manojo de llaves en la mesa del comedor cuando entraba en su apartamento. Un día, ella hizo esto como de costumbre y, poco tiempo después, buscó sus llaves para salir del apartamento. Sus llaves habían desaparecido. Buscó por todas partes, ya que no las encontraba. Finalmente tuvo que coger otro manojo de llaves. Unos días después, se le rompió un tapón de corcho de una botella de medicina, y fue a buscar otro tapón guardado en una caja de lata al fondo de un baúl, en el pasillo. Ella abría el cajón todos los días, hasta que aparecieron allí las llaves.”

Raymond Bayless, un artista de Los Ángeles con cierta admiración en lo parapsicológico, relató una experiencia ocurrida en 1957, que tuvo lugar mientras sostenía un cepillo de mango largo y hablaba con un estudiante. La habitación estaba vacía, salvo por dos sillas y un caballete, y no había ninguna alfombra o moqueta en el suelo. Había un gran ventanal en dirección norte por donde entraba abundante luz solar. De repente, el cepillo se deslizó de su mano, tanto él como el estudiante oyeron un chasquido al chocar contra el suelo. Cuando Bayless se agachó para recogerlo, él se sorprendió al no encontrarlo por ninguna parte. Ambos realizaron una búsqueda exhaustiva por la habitación, sin encontrar señales del cepillo. “Se desvanecido en el aire”, concluyó Bayless.
Estos casos no son únicos, incidentes como estos constituyen una prueba seria para demostrar la existencia extraordinaria de la teletransportación a otras dimensiones, demostrando que tales fenómenos son parte de la experiencia común de todos nosotros. En la actualidad, muchos científicos se inclinan a creer acerca de la teletransportación involuntaria. Los investigadores han identificado una serie de teorías sobre este fenómeno. Albert Einstein se basó en la existencia de una cuarta dimensión espacio-tiempo. Según esta versión, el espacio se abre periódicamente con agujeros negros del universo, que pueden penetrar a través de los objetos planetarios de otros mundos, utilizados por extraterrestres.
Otra teoría es la de Ralph Harrison sugerida en 1938, que según explico, la teletransportación obedece a las leyes de la meteorología. Por ejemplo, en las Bermudas la teltransportación se encuentra bajo la influencia de la Corriente del Golfo. Estos eventos pueden ocurrir en la atmósfera. Cuando los canales se abren entre los mundos, los seres vivos y los objetos pasan a través de ellos a un mundo paralelo.
Una explicación para todos estos casos seria la teoría del Multiverso. Básicamente, se podría argumentar que la teletransportación aparece el objeto en una nueva ubicación después de pasar a través de una o más dimensiones intermedias. El objeto en realidad se mueve, desapareciendo y reapareciendo, pero se está moviendo a través de dimensiones que no podemos percibir. Esto implicaría, ya sea destruyendo el objeto en nuestra dimensión y su sustitución por uno idéntico de otra dimensión, por la “conmutación” de los objetos idénticos de otra dimensión, o simplemente moviendo el objeto único a través de la otra dimensión.
Algunos teóricos han sugerido que la teletransportación es responsable de misteriosas apariciones de objetos fuera de lugar y de tiempo, o incluso las apariciones de los animales lejos de su hábitat natural. Sin embargo, aunque es demasiado pronto para sacar conclusiones, los recientes avances científicos podrían explicar este tipo de fenómenos. Quizás en un futuro próximo, la humanidad será capaz de dominar el arte de la teletransportación.

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